¿Hay algo más inquietante que estar en una habitación en penumbra y descubrir que alguien te observa desde la oscuridad? ¿Algo que produzca más desasosiego que descubrir a ese ser monstruoso y no poder evitar la tentación de acercarte? ¿Algo más terrorífico que extender tus manos hacia esa cosa abominable y “tocar una fría e inexorable superficie de pulido espejo.”?
Ahora que, por motivos laborales, vuelvo a encontrarme con la literatura de terror me vienen a la mente viejas historias juveniles. Viejos recuerdos de aquellos días en los que con una linterna y un pequeño conjuro asustábamos a los niños más pequeños y digo bien, más pequeños, porque yo apenas tendría 12 años.
“Recuerdo muy bien ese día, entramos por la vieja puerta azul, la casa solo tenía una pequeña estancia con una chimenea y una cuadra al lado. Había pequeños huecos en las paredes y escombros por el suelo. Justo enfrente de la puerta se habría la entrada a las escaleras que subían al igualmente pobre y desolado segundo piso.
La estancia estaba en penumbra, una tímida claridad se colaba por las ventanas una vez cerrada la puerta y los 5 ó 6 pequeños que me seguían se acurrucaban tras de mi, también, pequeño cuerpo.
Solo atravesamos el umbral, cerramos la puerta y comenzamos con la “invocación”, esta consistía en dibujar un tres y otro tres invertido sobre este con la luz de la linterna en la pared de enfrente.
El grito fue desgarrador ¡¡¡, eso podría decir si yo fuese un escritor, pero como no lo soy diré que el grito fue el de un niño de 7 años asustado, o sea, agudo y molesto pero fue suficiente para que todos saliéramos en estampida hacia el otro lado de la calle (tampoco es para tanto, un pueblo pequeño, una calle pequeña, en fin, unos tres metros más allá).
El niño estaba sentado en la acera, apoyado en la pared, blanco como esta y respirando entrecortadamente. Todos le preguntamos ¿qué pasa? ¿qué pasa?. – Es que he visto una cría (léase niña) asomarse por el hueco de la escalera. – ¿Una cría? ¿estas tonto? Si ahí no hay nadie…. (eso lo dije yo que era el mayor y en parte el responsable del susto del chiquillo). – ¡Que si, que si! Que era morena y tenía unas trenzas.
Nadie dijo nada más. Todos miramos hacia la casa intentando adivinar por el hueco de la puerta entreabierta si alguien nos observaba desde dentro. Fue solo un segundo, pero lo suficiente como para darnos cuenta de que estábamos acoj… esto, acongojados por el terror y salimos corriendo cada uno para su casa.
De esto se habló durante un tiempo, pero nada volvió a saberse de la niña con trenzas…..”
¿Que tendrá el terror que nos atrae tanto, sobre todo en esa época pre-adolescente? …….. ¿Tendremos que experimentarlo para crecer emocionalmente? ¿Nos gustará el subidon de adrenalina como si de una droga se tratase? ……..No lo sé, pero el caso es que a mí me gustaba….
Lovecraft con su terror sobrenatural: La sombra sobre Innmouth (ese pueblo ficticio que no sabemos muy bien si está en Nueva Inglaterra o en Massachusetts), El extraño, Dagón ……. En lovecraft todo o gran parte, es atmósfera. Lo que, resulta agobiante es la atmósfera que se va creando, terrores que nada tienen que ver con el más allá, terrores que han convivido con nosotros durante siglos, milenios, que yacen ocultos esperando que alguien los descubra. En Lovecraft no hay sangre, vísceras, espíritus del más allá pero, aun así es terriblemente inquietante.
¿Qué decir de Poe?. Aquí si que hay más elementos conocidos del terror, venganzas del más allá, muertes angustiosas…… ¡¡Ese gato de mechón blanco!!, ese cuervo, Anabel Lee (el primer relato de terror que he conocido antes por una canción que por haberlo leído)….
King…. Pues la verdad es que no me gustaba mucho y digo gustaba por qué no le puedo cerrar la puerta a futuros idilios jejeje.
Bueno, creo que se nota cual es el que más me gusta, pero hay tantos otros….Arthur Machen con Los Sauces …. Robert E. Howard (si¡¡ el de Conan) con Los Palomos del Infierno …. Puff, creo que esto me da para otro post más……
“Tenia unos 17 años y me encontraba estudiando (jejeje) para selectividad cuando escuche mi nombre por la ventana…me asome y era Antonia, apenas se podía adivinar el pelo rubio y largo de Rosa a su lado (¿puedo decir vuestro nombre?). – Oye ¿Entras con nosotros?.- La casa estaba pegadita a la mia. – ¿Para que? Si solo hay telarañas y basura, podéis entrar vosotras solas por la puerta de la cuadra. – Ya … pero nos da miedo…. – Pero si no hay nada, hace poco entre yo, solo hay basura. – Pero dice Rosa que se ha asomado por la ventana y ha visto algo. – ¿Qué ha visto que?. – Dice que ha visto una niña con trenzas……………………… “