Sangre

article-0-1b3f5fd2000005dc-780_964x700

Día 32

M no recuerda el día que conoció a Adolfo pero estaba segura de que toda su vida había estado ahí. Sin saber como, en el Instituto, empezaron a salir. Él era encantador, alto, guapo, listo, siempre tenía una palabra de ánimo para cualquiera y un consejo para cualquier circunstancia, siempre sabia lo que había que hacer y como hacerlo. Eran la pareja perfecta, abrazos, risas, caricias, besos, carpetas forradas de ídolos juveniles y sus fotos en el centro. Sin lugar a dudas habrían sido los reyes del baile uno y otro año si esa tradición se hubiera importado igual que los tupes o las “macambruguesas”. Con él a su lado M se sentía segura y protegida, nada podría hacerle daño,nada excepto el mismo.

El día que descubrieron el sexo algo cambió. Entonces no se dio cuenta pero ahora estaba segura, tan segura como la pequeña cicatriz en su pecho le recordaba cada vez que se miraba al espejo. Un extraño brillo en los ojos, una modulación diferente de la voz…. Aparentemente era el mismo, pero poco a poco las sugerencias pasaron a ser ordenes, las caricias pasaron a ser pequeños golpes, los besos empezaron a saber diferente, ahora tenían el ligero regusto metálico de la sangre. M pasó de saborear sus labios a tener que saborear otros fluidos más densos y pegajosos, paso de hacer el amor a tener que ofrecer cualquier parte de su cuerpo a ese miembro insaciable. Pasó de ser venerada en publico a ser ninguneada en privado. No entendía como pudo suceder aquello, ¿cómo se puede pasar de ángel a demonio apenas atisbando el placer carnal?

Cuando volvía a casa rendida y agotada solo podía tumbarse a mirar el techo y preguntarse que estaba haciendo mal, que cosa habría hecho para que le tratasen así, para que le hiciesen eso que seguro merecía, pensaba que , quizás, no estaba a la altura de él,tendría que esforzarse un poco más y dejar de quejarse. Y eso hizo, día tras día hasta aquella noche en la que el filo acerado de un cutter le abrió la piel.

Como decía su abuela —Hay gente que tiene muy mala sangre, pero solo se la puedes ver cuando está fuera de su cuerpo.

Había llegado el momento de saber que tipo de sangre tenían los dos. La de ella ya oscurecía en pequeñas gotas sobre las sábanas, la de él empezó a salir a borbotones de su garganta en cuanto se quedo dormido.

Un comentario en “Sangre”

Deja un comentario