Hay una carta para tí.

440px-Privet_iz_Kharkova,_Russian_Empire_Postman

Día 30

Si subir las escaleras se le antojó escalar una montaña, abrir la puerta fue como derribar un muro de hormigón y aun peor fue recoger las dos cartas que había en el suelo, una con el membrete rojo del banco y la otra con el azul de su empresa.

Arrastrando los pies se dirigió al sofá donde se dejo caer como una ballena varada en la playa, soltó la barra de pan sobre sus muslos y con un pequeño temblor en los dedos volvió a examinar los dos sobres que tenia en la mano. Cerró los ojos un instante y la sensación de mareo le avisó de que se encontraba nervioso. No esperaba nada bueno en aquellos sobres alargados, pero sabía que era inevitable —Puta vida—pensó.

Despacito introdujo el dedo en la solapa y, poco a poco, rasgó el papel. Dentro una única hoja plegada en tres. —En bla bla bla a bla bla bla—leyó—Señor tal, le informamos de que nuestra política de bla bla bla al haber acumulado dos periodos de baja bla bla bla, cabrones—dijo en voz alta—bla bla bla por lo tanto desde la fecha de la presente tiene diez días para solicitar la retribución o disfrute de las vacaciones pendientes bla bla bla, siendo tramitada su baja en nuestra empresa a partir de ese momento.—Miró al techo, se paso la mano sudorosa por la frente y cogió la otra carta.

—Estimado bla bla bla según lo estipulado en bla bla bla y teniendo en cuenta los dos meses de bla bla bla.—Se detuvo un momento, no estaba seguro de querer seguir leyendo, la lengua se la había puesto pastosa como si se hubiese tomado veinte cervezas la noche anterior, se raspó la lengua con los dientes de atrás hacia delante como hacía siempre que notaba esa sensación, trago la espesa saliva y continuó. —por lo tanto procedemos a solicitar ante el Juzgado Contencioso Administrativo la recuperación de la vivienda anterior mente descrita…

J. Caballero levantó lentamente la cabeza, las primeras lágrimas apenas asomaban a sus ojos enrojecidos , se las limpió con el dorso de la mano. Miró al frente donde una televisión que no había funcionado en los últimos seis meses simulaba una pequeña ventana a la nada más absoluta, bajo ella un pequeño mueble blanco con ruedas donde la minicadena que le acompañaba desde su décimo sexto cumpleaños emitía un leve parpadeo azul. Contempló las paredes casi desérticas, solo un par de fotos de su viaje a Portugal, nada del otro mundo, toda la noche en un autobús, una pensión ruinosa y la tristeza de Lisboa, todo el espíritu de un fado concentrado en callejuelas empinadas, edificios de pintura desconchada y humedad,como su ánimo.

Como siempre le sucedía no se detuvo en los detalles, sabía que tenia pocas cosas que llevarse con él, pocas maletas que hacer ¿una? ¿qué le esperaba ahora? ¿la familia?¿qué familia? ¿una hermana a la que no veía desde hacía veinte años y a la que apenas recordaba? ¿una madre de la que lo último que supo era que estaba ingresada por una crisis neuronoseque?. No, no le quedaba nada y en pocos días no tendría ni un cuartucho donde pasar la noche, solo le quedaba su dignidad, coger sus cosas y desaparecer, lejos, cerca, que más da, todo estaba perdido así que, por una vez en su vida, se dio cuenta de que nada importaba ya, suspiro y con el último resto de aire de sus pulmones comprendió que, por fin era libre, se sintió flotar, por una vez en su vida no tenía responsabilidades, no tenía deudas, nadie a quién rendir cuentas, la nada le había liberado, tener nada es como tenerlo todo, te da la tranquilidad de que hagas lo que hagas nada importa…

Deja un comentario